COMENTARIO

 Mc 1,14-8,30 

El Evangelio de Marcos es semejante en su estructura a la primera predicación de los Apóstoles: «Vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él» (Hch 10,37-38). En esta primera parte (1,14-8,30) el evangelista va describiendo la actividad docente y curativa de Jesús por Galilea y por las regiones vecinas: con sus palabras y sus obras, Jesús se presenta como el heraldo del Reino de Dios. Pero sus oyentes no se preguntan tanto por el Reino como por Jesús mismo; ante sus milagros y sus palabras, las gentes se preguntan: ¿Quién es éste? (cfr 1,27; 2,7.12; 4,41; 6,2.14-16, etc.) y no aciertan a descubrirlo. Sólo San Pedro (cfr 8,29) sabrá hacerlo al confesar que Jesús es el Mesías. Pero, aún entonces, Jesús pide a sus discípulos que no lo proclamen, porque su mesianismo debe pasar por la cruz.

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