COMENTARIO

 Mc 3,31-35 

Este pasaje distingue explícitamente a la Madre y a los «hermanos» de Jesús (v. 31) de los otros parientes (3,21) que le tomaban por loco. La escena aquí relatada señala una característica primordial del cristiano: el cumplimiento de la voluntad de Dios supone un parentesco con Cristo más estrecho que el parentesco natural de sangre. Por eso la inclusión aquí de la Madre de Jesús es muy significativa ya que Ella, con su correspondencia al querer de Dios, prefiguró lo que sería la vida de los discípulos: «¿Por ventura no cumplió la voluntad del Padre la Virgen María, Ella, que dio fe al mensaje divino, que concibió por su fe, que fue elegida para que de Ella naciera entre los hombres el que había de ser nuestra salvación, que fue creada por Cristo antes que Cristo fuera creado en Ella? Ciertamente, cumplió Santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y, por esto, es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto, María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno» (S. Agustín, Sermones 25,7).

Como en otras ocasiones, aparece aquí la expresión «hermanos» de Jesús (v. 31). La Iglesia confiesa la perpetua virginidad de María, y, por tanto, lo razonable es intentar aclarar el significado de este término: «La Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús (cfr Mc 3,31; 6,3; 1 Co 9,5; Ga 1,19). La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José “hermanos de Jesús” (Mt 13,55) son los hijos de una María discípula de Cristo (cfr Mt 27,56) que se designa de manera significativa como “la otra María” (Mt 28,1). Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento (cfr Gn 13,8; 14,16; 29,15; etc.)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 500).

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