COMENTARIO
Marcos proclama en el comienzo del evangelio quién es Jesús: el Cristo, el Hijo de Dios. También el Padre lo declara en el episodio del Bautismo. Sin embargo —excluidos los demonios, de quienes Jesús no acepta el testimonio—, los personajes que se encuentran con Él se maravillan ante sus acciones, pero no aciertan en su verdadera identidad (cfr 1,27; 2,7.12; 4,41; etc.). Estos versículos representan un punto más del proceso que culminará en la confesión de Pedro (cfr 8,29). Pero, aun entonces, Jesús tendrá que seguir formando a sus discípulos en la verdadera naturaleza de su misión como Mesías.