COMENTARIO
Las acciones de Jesús manifiestan su ser y su poder. Ésta es la explicación verdadera de los milagros que realiza y lo que los Apóstoles van descubriendo: «Jesús prefería proclamarse y manifestarse como Cristo con sus actos, más que con sus palabras» (Orígenes, Contra Celsum 1,48).
La noche, según la costumbre romana, comenzaba con la puesta de sol y se dividía en cuatro partes o vigilias, de tres horas cada una: atardecer, media noche, canto del gallo y aurora. El Señor, por tanto, se dirigió a los discípulos hacia el amanecer. Con este suceso enseña que, en medio de las situaciones más apuradas e inexplicables de la vida, Él está cerca de nosotros para sacarnos adelante, no sin antes habernos dejado luchar para que se fortalezca nuestra esperanza y se forje nuestro temple (cfr nota a Mt 14,22-33): «Permitió el Señor que peligrasen sus discípulos para que se hiciesen sufridos, y no los asistió en seguida, sino que los dejó en el peligro toda la noche, a fin de enseñarles a esperar con paciencia y que no se acostumbrasen a recibir inmediatamente el socorro en las tribulaciones» (Teofilacto, Enarratio in Evangelium Marci, ad loc.).
El evangelio, una vez más, hace notar que los discípulos —y nosotros— no entendemos a veces las maravillas sobrenaturales por tener aun el corazón y la inteligencia endurecidos (v. 52). El Señor multiplicará sus enseñanzas y milagros para iluminar nuestras inteligencias, y enviará al Espíritu Santo, para que acabe de enseñarnos a recordar la doctrina de Jesús (cfr Jn 14,26): «Oh alma fiel, cuando tu fe se vea rodeada de incertidumbre y tu débil razón no comprenda los misterios demasiado elevados, di sin miedo, no por deseo de oponerte, sino por anhelo de profundizar: ¿Cómo será eso? (…) Poco a poco, se irán esclareciendo ante tus ojos todos aquellos misterios que la Sabiduría reveló a sus discípulos cuando convivía con ellos en el mundo, pero que ellos no pudieron comprender antes de la venida del Espíritu de verdad, que debía llevarlos hasta la verdad plena» (S. Guillermo Abad, Speculum fidei).