COMENTARIO

 Mc 8,11-21 

En otros lugares de los evangelios (cfr Mt 13,33; Lc 13,20-21) la imagen de la levadura es empleada por Cristo para señalar la fuerza de su doctrina. Aquí simboliza las malas disposiciones de los fariseos que no creen en Él y le piden una señal para tentarle (vv. 11-12), y la doblez de Herodes que tampoco entiende los signos de Jesús (v. 15; cfr 6,14-16; Lc 13,31-32). El Señor previene a sus discípulos para que no caigan en aquella visión humana de las obras del Cristo, desprovista del verdadero sentido de su misión salvadora y de su poder. La confusión de los discípulos a propósito de los panes —hasta cinco frases de Jesús la señalan (vv. 17-18.21)— muestra qué lejos estaban aún de la visión sobrenatural necesaria para entender lo que presenciaban. Tal vez esa sea la explicación última del tono severo de Jesús con sus discípulos: «Éstos eran los Discípulos elegidos por el Señor; así los escoge Cristo; así aparecían antes de que, llenos del Espíritu Santo, se convirtieran en columnas de la Iglesia. Son hombres corrientes, con defectos, con debilidades, con la palabra más larga que las obras. Y, sin embargo, Jesús los llama para hacer de ellos pescadores de hombres, corredentores, administradores de la gracia de Dios» (S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 2).

La «generación» a la que alude Jesús (v. 12) no se refiere a todos los hombres de su tiempo, sino a los fariseos y a sus secuaces (cfr 8,38; 9,19; Mt 11,16), que no quieren ver en los milagros la señal de la misión mesiánica de Jesús. Si no aceptan las señales que se les ofrecen, no se les dará ninguna otra, tan espectacular como la que ellos buscan: porque «el Reino de Dios no viene con espectáculo» (Lc 17,20-21), y porque incluso podrían seguir interpretando torcidamente ese nuevo signo (Lc 16,31). Según Mt 12,38-42 y Lc 11,29-32, se les ofrecerá todavía otra señal: la muerte y resurrección de Jesucristo, significada por el signo de Jonás. Pero tampoco ante esta prueba excepcional depondrán aquellos fariseos su incredulidad.

Volver a Mc 8,11-21