COMENTARIO

 Lc 21,20-24 

El discurso sigue con las señales de la destrucción de Jerusalén, que son signos del fin del mundo. Se detiene especialmente en la caída de Jerusalén después de ser cercada por los ejércitos (v. 20). Más tarde, los cristianos, cuando vieron que los ejércitos rodeaban la ciudad, recordaron las palabras del Señor y huyeron a Transjordania (cfr Eusebio de Cesarea, Historia ecclesiastica 3,5). La Tradición cristiana, a partir de los escritos inspirados, considera a Jerusalén como una imagen de la Iglesia (cfr Ap 21,2). Por eso, los sufrimientos de la Ciudad Santa pueden considerarse como figura de los sufrimientos de la Iglesia peregrina que «vive entre las criaturas que gimen con dolores de parto en espera de la manifestación de los hijos de Dios» (Conc. Vaticano II, Lumen gentium, n. 48). Y en este sentido, se pueden entender también las expresiones del v. 24: la cautividad y, por tanto, la desaparición de Israel como nación indican el «tiempo de los gentiles», es decir, la época durante la cual los gentiles, que no pertenecían al pueblo de Israel, entrarán a formar parte del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, hasta que los judíos se conviertan al final de los tiempos (cfr Rm 11,25-32).

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