COMENTARIO
Después de la Cena, antes del prendimiento en Getsemaní, Jesús previene a sus discípulos, y a Pedro en particular, sobre la prueba que va a sufrir su fe (vv. 31-32), pues no han entendido el sentido redentor de su vida y su muerte (22,37-38). San Lucas refiere el episodio con más detalles que los otros dos sinópticos y recoge la oración de Jesús por Pedro. En efecto, en el contexto de la pasión, parece que se da un combate entre Satanás y Jesús. Satanás ha triunfado en Judas (22,3) y también en las autoridades judías cuya «hora» coincide con la del «poder de las tinieblas» (22,53). Aquí, el combate se amplía a Pedro (v. 31). Aunque la debilidad de Pedro es patente, el primero de los Apóstoles no desfallecerá, pues su fe cuenta con la oración de Jesús. La Iglesia enseña que esta asistencia especial de Jesús sobre Pedro para «la misión de custodiar esta fe ante todo desfallecimiento y de confirmar en ella a sus hermanos» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 552) se continúa en la persona del Romano Pontífice como sucesor de Pedro: «La sede de Pedro permanece siempre intacta de todo error, según la promesa de nuestro divino Salvador hecha al príncipe de sus discípulos (…); así, pues, este carisma de la verdad y de la fe nunca deficiente fue divinamente conferido a Pedro y a sus sucesores en esta cátedra, para que desempeñaran su excelso cargo para la salvación de todos» (Conc. Vaticano I, Pastor aeternus, n. 3). cfr notas a Mt 16,13-20; Jn 21,15-23.