COMENTARIO
Con la Ascensión se consuma la salvación. Jesús, como Sumo Sacerdote, bendice a sus fieles. Su entrada en el cielo no significa sólo la gloria merecida por su Humanidad santísima, sino que señala que nuestra humanidad participa ya en Él de la gloria de la divinidad: «Los Apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, (…) cuando el Señor subió al cielo, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo. Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por encima de la dignidad de todas las criaturas celestiales, (…) por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza divina se había unido en la persona del Hijo» (S. León Magno, Sermo 1 de ascensione Domini 4).