COMENTARIO

 Mt 7,13-27 

Al final del discurso, bajo la perspectiva del Juicio, se señalan las condiciones exigidas para entrar en el Reino de Dios. Recorrer el camino que lleva al Reino es costoso pero su meta es la Vida o salvación eterna (vv. 13-14): «El camino de Cristo “lleva a la vida”, un camino contrario “lleva a la perdición”. La parábola evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvación» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1696).

El Señor insiste en que el discípulo será juzgado por sus obras (vv. 15-20), que son las que pondrán de manifiesto si cumplió la voluntad del Padre en la tierra (vv. 21-23). Los falsos profetas (v. 15) eran, en el Antiguo Testamento (cfr Jr 23,9-40), aquellos que, sin ser enviados por Dios, embaucaban al pueblo. Jesús previene frente a ellos, advirtiendo a los discípulos que no miren a las apariencias sino a las obras, y dando un criterio de discernimiento: si son de Dios, tendrán buenos frutos. Por eso, la entrada en el Reino, la pertenencia a la Iglesia, se demuestra con obras, no sólo con palabras: es necesario dar frutos buenos (v. 19), cumplir la voluntad del Padre (v. 21), y traducir en la práctica diaria las palabras de Jesús (v. 24). Muy gráficamente recomienda Fray Luis de Granada: «Mira que no es ser buen cristiano solamente rezar y ayunar y oír Misa, sino que te halle Dios fiel, como a otro Job y otro Abrahán, en el tiempo de la tribulación» (Guía de pecadores 1,2,21).

La parábola de quien edifica sobre roca (vv. 24-27) resume la conducta del que desea entrar en el Reino de Dios que se va haciendo presente en la Iglesia. Quien se esfuerza por llevar a la práctica las enseñanzas de Jesús, aunque vengan tribulaciones personales, o se vea rodeado del error, permanecerá fuerte en la fe, como el hombre sabio que edifica su casa sobre roca.

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