COMENTARIO

 Mt 8,1-9,38 

En la anterior sección (5,1-7,29) Jesús aparecía como supremo legislador y doctor. Ahora se presenta dotado también de poder divino sobre las enfermedades, la muerte, los elementos de la naturaleza y los malos espíritus. Tales milagros obrados por Jesús acreditan la autoridad divina de su enseñanza y su divinidad. «Jesús acompaña sus palabras con numerosos “milagros, prodigios y signos” (Hch 2,22), que manifiestan que el Reino está presente en Él. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (Lc 7,18-23)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 547).

La sección consta de tres milagros de misericordia (8,1-15), a los que sigue una «cita de cumplimiento» de las profecías (8,16-17), en la que se revela el sentido mesiánico de las obras de Jesús: es el Siervo del Señor misericordioso. Después, siguen tres milagros que manifiestan el poder del Señor (8,23-9,8), y cuatro milagros más en los que se subraya el eco de las obras de Jesús en las personas (9,18-34). La narración de los milagros en Mateo no tiene la viveza de San Marcos. En cambio, dibuja muy bien la autoridad y la majestad de Jesús como expresiones de su poder soberano. Además, el relato reitera la necesidad de la fe en Jesús (8,13.26; 9,2.21.28; etc.) para que se obren los prodigios.

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