COMENTARIO

 Mt 19,13-15 

Lo que se narra responde a una costumbre judía: los niños se presentaban a su padre, los alumnos a su maestro, para recibir de ellos la bendición y encomendarse a sus oraciones. En Oriente, la imposición de las manos sobre la cabeza era un acto de fe sencilla en el carácter sagrado del gesto. No nos consta que maestros de la época tuvieran predilección por los niños: no hay ningún texto del Talmud —la enciclopedia religiosa judaica tradicional— que destaque un afecto por los niños. En esa línea de conducta parece que estuvo la actitud inicial de los discípulos del Señor (v. 13). Como en otros muchos aspectos, Jesús tuvo una iniciativa peculiar, que se expresó en la afirmación de que el Reino de los Cielos pertenece a los que se asemejan a los niños (v. 14).

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