COMENTARIO

 Mt 21,18-22 

La maldición de la higuera es como una parábola en acción. Es también un ejemplo de la omnipotencia divina. Quien tiene fe lo puede todo: hará cosas más difíciles todavía. «Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha, cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme (…) Él puede ayudarme» (Benedicto XVI, Spes salvi, n. 32). Además, el Salvador hace una aplicación concreta de ese espíritu de fe: la oración lo alcanza todo.

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