COMENTARIO

 Mt 22,15-22 

Los herodianos eran partidarios de la política de la dinastía de Herodes: frente a la dominación romana directa —y, obviamente, también ante los impuestos directos— ejercida por un gobernador, preferían la mediación de un príncipe local que fuera quien pagara parte de los impuestos a Roma. En cuestiones religiosas, compartían las ideas materialistas de los saduceos. Los fariseos, por su parte, eran meticulosos cumplidores de la Ley, y consideraban el dominio romano como una usurpación. Sus diferencias con los herodianos eran radicales. Pero unos y otros se unen para conspirar contra Jesús. La pregunta era difícil y la respuesta comprometida. Jesús contesta con una profundidad que es, al mismo tiempo, del todo fiel a la predicación que ha venido haciendo del Reino de Dios: dar al César lo que le corresponde, sin dejar de dar también a Dios lo que le pertenece. Estas palabras han sido fuente para la doctrina de la Iglesia sobre la potestad de los gobiernos, que gestionan el bien común temporal, y la potestad de la Iglesia en la gestión del bien espiritual: «La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer, no pretende “de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados”. No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. Sin verdad se cae en una visión empirista y escéptica de la vida. (…) Su doctrina social es una dimensión singular de este anuncio: está al servicio de la verdad que libera» (Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 9).

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