COMENTARIO

 Mt 24,1-2 

El Templo de Jerusalén, por su magnificencia, era el orgullo de los judíos. Sus enormes sillares causaban una sobrecogedora impresión de permanencia y provocaron la admiración de los discípulos (cfr nota a Lc 21,5-6). La sentencia profética de Cristo «no quedará aquí piedra sobre piedra» (v. 2), se cumplió el año 70, cuando las legiones romanas de Tito arrasaron la ciudad. Pero esa destrucción indicaba algo más: era consecuencia y señal de que prescribía su función. Las palabras de Jesús están en continuidad con las pronunciadas un poco antes cuando ya había anunciado los tres motivos presentes en el discurso: las persecuciones en esta generación (23,36-37), la desaparición del Templo (23,38), y la manifestación triunfante de Cristo (23,39).

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