COMENTARIO

 Mt 27,3-10 

No sabemos qué intenciones movieron a Judas para entregar a Jesús; lo cierto es que ante la condena de Jesús siente remordimiento y reconoce su pecado. Pero le faltó la esperanza del perdón y se mató (cfr Hch 1,16-20): «Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia —porque el Señor es fiel a sus promesas— y a su misericordia» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2091).

La reacción de los príncipes de los sacerdotes no es menos deplorable. Se preocupan de cumplir con precisión un mandato de la Ley, no echar al tesoro del Templo el dinero proveniente de una acción inconfesable, siendo ellos mismos los incitadores de esa acción. Al comentar el pasaje, San Jerónimo (Commentarii in Matthaeum 27,6) hace notar que se hacían dignos de la acusación del Señor de colar un mosquito y tragarse un camello (cfr 23,24). El evangelista ve en la compra del Campo del Alfarero una prueba más de que Jesús es el Siervo de Dios sufriente en quien se cumplen las profecías de las Escrituras.

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