COMENTARIO

 Mc 10,13-16 

El evangelio muestra los rasgos de la verdadera Humanidad de Jesús: su mirada indignada cuando advierte la dureza de los corazones (3,5), su tristeza ante la falta de fe de sus paisanos de Nazaret (6,6), su desaliento ante la doblez de los fariseos (cfr 8,12), su enfado con los discípulos (v. 14), etc. Ahora, en este episodio lleno de espontaneidad y viveza, Marcos evoca la actitud del Señor hacia los niños: parece que al evangelista le faltan las palabras (cfr v. 16) para describir el cariño que les tiene Jesús.

Pero el suceso entraña también una enseñanza: el Reino de los Cielos es de quienes lo reciben como un niño, es decir, no como algo merecido sino como un don recibido de Dios Padre. De ahí nace la vida de infancia espiritual recomendada por los santos: «Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños… rezar como rezan los niños» (S. Josemaría Escrivá, Santo Rosario, prólogo).

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