COMENTARIO

 Mc 13,1-2 

La ocasión del discurso apunta algunas claves para entender lo que dice Jesús a continuación. En efecto, los judíos de tiempos de Cristo —y los Apóstoles con ellos— esperaban que el día del Juicio de Dios (Is 13,6.9; So 1,14-17; etc.) se manifestaría terrible para los impíos, pero día de gloria para el pueblo elegido. La grandeza del Templo no era sino la señal de esa futura gloria. El Señor corrige esa interpretación: el Templo no permanecerá sino que será destruido violentamente. Al mismo tiempo, los discípulos deben aprender a ver en esa destrucción señales de la oposición que encontrarán en su misión de predicar el Evangelio hasta la venida gloriosa del Hijo del Hombre. Por eso, a lo largo del discurso, los dos acontecimientos —la destrucción del Templo y la vida de la Iglesia— están entremezclados.

Volver a Mc 13,1-2