COMENTARIO

 Mc 14,12-21 

Las indicaciones de Jesús para preparar la Pascua (vv. 13-16) y, sobre todo, el anuncio de la traición de Judas como cumplimiento de las Escrituras (vv. 18.21), muestran hasta qué punto están implicados los planes de Dios y las acciones humanas. «La muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica San Pedro a los judíos en Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: “Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios” (Hch 2,23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han “entregado a Jesús” (Hch 3,13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 599). Es el misterio del plan de Dios que, sin embargo, no violenta la libertad humana por la que somos responsables de nuestras acciones: «Dios creó buenos a todos los seres que hizo, pero cada uno se hace bueno o malo por su propia elección. Pues bien, si el Señor dijo: Más le valdría a ese hombre no haber nacido, no maldice su propia creación, sino la maldad que le sobrevino en virtud de la elección y negligencia propias de la criatura» (S. Juan Damasceno, De fide orthodoxa 4,21).

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