COMENTARIO

 Mc 14,26-31 

En la cena pascual judía se cantan unas oraciones llamadas Hallel que incluyen los Salmos 113-118: la última parte se recita al final de la cena. Tras esto Jesús predice el abandono de sus discípulos, aunque les reconforta con el anuncio de la resurrección y el nuevo comienzo de la misión en Galilea. El evangelista recuerda la protesta de los Apóstoles (v. 31) y, en especial, la de Pedro (vv. 29-31). A lo largo del relato, San Marcos anotará el puntual cumplimiento del vaticinio: el abandono de los discípulos (14,50), la negación de Pedro (14,66-72) y la nueva misión desde Galilea (16,7).

Sólo Marcos trae el detalle de los dos cantos del gallo (v. 30), y la doble insistencia de Pedro (vv. 29.31) en que no le iba a traicionar. Es un indicio más de la relación del Evangelio de Marcos con la predicación de San Pedro y una muestra de la humildad del Apóstol: «Marcos cuenta con mayor precisión la flaqueza de Pedro y cómo estaba muerto de miedo; todo lo cual lo sabía él del mismo Pedro pues Marcos fue su discípulo. Hecho muy digno de admiración, que no sólo no ocultara la debilidad de su maestro, sino que por ser su discípulo lo contara más claramente que los otros evangelistas (S. Juan Crisóstomo, In Matthaeum 85,1).

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