COMENTARIO
Lucas relata los inicios del ministerio público de Jesús en Galilea. En la sinagoga de Nazaret, Jesús presenta el programa de su actuación (4,16-30). El «hoy» de la salvación (4,21) que anuncia en ese momento se cumple enseguida con sus curaciones (4,38-41; 5,12-26; 7,1-23; 8,26-56; etc.), con el perdón de los pecados (5,17-26; 7,36-50), con su acción misericordiosa sobre los hombres (7,13; 9,11), etc.
La misión para la que ha sido enviado (4,18) es la de evangelizar. En el centro de su predicación están el Discurso del Llano (6,17-49) y las parábolas del Reino (8,4-18). Al evangelista le gusta señalar la eficacia y la singularidad de las palabras de Jesús (4,31-37; 5,17-26; etc.), que provocan la aglomeración de las gentes en torno a él (4,37.40.42; 5,1.15.19.29; etc.).
Para el cumplimiento de ese programa salvador, el Señor elige a unos discípulos (5,1-11.27-28; 6,12-16) y de entre ellos constituye el grupo apostólico. A estos Doce les forma con una dedicación particular (8,10; 9,21; etc.), les muestra su gloria (9,28-36) y les envía a predicar (9,1-6) en un anticipo de lo que será la misión universal de la Iglesia (Hch 1,8).
Finalmente, el discurso de Jesús en la sinagoga alude también a la universalidad de su misión salvífica (4,25-27). Tal universalidad se pondrá de manifiesto en el episodio del centurión (7,1-10), pero, sobre todo, será motivo central de la parte siguiente del evangelio (9,51-19,27).