COMENTARIO

 Lc 4,42-44 

Como en otros muchos lugares (cfr 5,1.15.19.29, etc.), el evangelista anota que eran verdaderas multitudes las que sentían la necesidad de estar con Jesús y escucharle. «En esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito» (Sto. Tomás de Aquino, Expositio in Credum 12,1012).

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