COMENTARIO
Los tres sinópticos mencionan el viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén. Sin embargo, la narración de San Lucas es mucho más extensa —casi diez capítulos— y recoge numerosas enseñanzas del Señor que no están presentes en los otros evangelios: las parábolas del buen samaritano (10,25-37), de la misericordia (15,1-32), del fariseo y el publicano (18,9-14), la conversión de Zaqueo (19,1-10), etc. Estos pasajes reflejan los rasgos característicos del tercer evangelio: la misericordia de Dios, la universalidad de la salvación predicada por Jesús, la alegría de la conversión, etc.
Al dedicarle tanta extensión a este viaje, Lucas señala de manera gráfica la importancia de la Ciudad Santa en la historia salvífica. En efecto, los comienzos de la actividad pública del Señor se realizan en Galilea (4,14-9-50); de ahí va el Señor a Jerusalén a través de Samaría (9,51-19,27), y en Jerusalén se consuma nuestra salvación (19,28-24,53). De modo inverso procederá en su segundo libro, los Hechos de los Apóstoles. Allí contemplamos cómo germina la Iglesia en Jerusalén (Hch 1,1-7,60) y se expande después a Samaría (Hch 8,1-25), y hasta el fin de la tierra (Hch 8,26-28,31).