COMENTARIO
Los saduceos se atenían a la interpretación literal de la «Ley escrita» y no creían en la resurrección de la carne. Los fariseos, por el contrario (cfr Hch 23,8), aceptaban la resurrección de la carne tal como venía expuesta en algunos textos de la Escritura (Dn 12,2-3) y en la tradición oral. Ante la nueva insidia, Jesús enseña algunos aspectos de la resurrección (cfr nota a Mt 22,23-33): entonces no será necesario el matrimonio ya que no habrá muerte (v. 36), porque el principio de aquella vida será el mismo Dios (v. 38). «Para el hombre esta consumación será la realización final de la unidad del género humano querida por Dios desde la creación (…). La visión beatífica, en la que Dios se manifestará de modo inagotable a los elegidos, será la fuente inmensa de felicidad, de paz y de comunión mutua» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1045).