COMENTARIO

 Jn 13,33-38 

Los preceptos del Señor se resumen en uno solo: el Mandamiento Nuevo del amor (vv. 34-35). El precepto de la caridad compendia toda la ley de la Iglesia y es signo distintivo del cristiano: «Todos pueden signarse con la señal de la cruz de Cristo; todos pueden responder amén; todos pueden cantar aleluya; todos pueden hacerse bautizar, entrar en las iglesias, construir los muros de las basílicas. Pero los hijos de Dios no se distinguen de los hijos del diablo sino por la caridad. Los que practican la caridad son nacidos de Dios; los que no la practican no son nacidos de Dios. ¡Señal importante, diferencia esencial! Ten lo que quieras, si te falta esto sólo, todo lo demás no sirve para nada; y si te falta todo y no tienes más que esto, ¡has cumplido la ley!» (S. Agustín, In Epistolam Ioannis ad Parthos 5,7). Las palabras «como yo os he amado» dan al precepto un sentido y un contenido nuevos: la medida del amor cristiano no está en el corazón del hombre, sino en el corazón de Cristo (cfr Mt 5,43-48).

El anuncio de las negaciones de Pedro prepara el diálogo final del evangelio, donde Jesús pregunta a Pedro si le ama (21,15-19). Una vez más Pedro habla a su Maestro con sencillez y sincera disposición de seguirle hasta la muerte (vv. 36-38). Pero aún no estaba preparado. En efecto, en esos momentos el entusiasmo de Pedro es ardiente, pero poco firme. Más tarde adquirirá la fortaleza que se asienta en la humildad. Entonces, cuando no se considere digno de morir como su Maestro, morirá en una cruz, cabeza abajo, clavando en la tierra de Roma esa piedra sólida que pervive en los que le suceden y que es el fundamento sobre el que se edifica, indefectible, la Iglesia. Las negaciones de Pedro, signo de su debilidad, fueron ampliamente compensadas por su profundo arrepentimiento. «Que cada cual tome ejemplo de contrición y si ha caído no se desespere, sino que siempre confíe en que puede hacerse digno del perdón» (S. Beda, In Ioannis Evangelium expositio, ad loc.). Con todo, la fidelidad a Cristo depende del amor: «¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. —Enamórate y no “le” dejarás» (S. Josemaría Escrivá, Camino, n. 999).

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