COMENTARIO

 Jn 15,9-17 

El auténtico amor a Jesucristo lleva consigo el esfuerzo por guardar los mandamientos divinos y, ante todo, el mandato del amor fraterno a la medida de la cruz de Cristo. La exigencia de estos mandamientos no es ya el temor, sino el amor: es la respuesta a Dios que nos ha amado primero, y nos ha mostrado su amor en la cruz de Jesús. La amistad de Cristo con el cristiano, que el Señor manifiesta de modo particular en este pasaje, le llevaba a decir a San Juan de la Cruz: «Llámale Amado para más moverle e inclinarle a su ruego, porque, cuando Dios es amado, con grande facilidad acude a las peticiones de su amante. (…) De donde entonces le puede el alma de verdad llamar Amado, cuando ella está entera con él, no teniendo su corazón asido a alguna cosa fuera de él; y así, de ordinario trae su pensamiento en él» (Cántico espiritual 1,13).

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