COMENTARIO
El proceso ante Pilato tiene aquí mayor relieve y amplitud que en los sinópticos. Es el tercer escenario y como el centro de los cinco en los que se divide el relato de la pasión. El detalle con que se narra lo ocurrido en el pretorio destaca la majestad de Jesucristo como Rey mesiánico. Contrasta, a la vez, con el rechazo de los judíos.
El proceso se desarrolla en siete momentos, marcados por las salidas y entradas de Pilato en el pretorio. Primero (18,29-32), los judíos plantean de modo genérico la acusación: es un malhechor. Sigue en segundo lugar el diálogo de Pilato con Jesús (18,33-37), que culmina con la afirmación de Cristo: «Yo soy Rey». A continuación, tercer momento, Pilato intenta salvar al Señor (18,38-40), preguntando si quieren que suelte al «Rey de los judíos». El momento central, el cuarto, es la coronación de espinas, en la que los soldados saludan a Cristo en tono de burla como «Rey de los judíos» (19,1-3). Sigue como quinto momento la presentación del Señor como Ecce homo, coronado de espinas y con el manto de púrpura, y la acusación de los judíos de que Jesús se ha hecho Hijo de Dios (19,4-7). En sexto lugar, de nuevo Pilato, dentro del pretorio, dialoga con Jesús (19,8-12) e intenta averiguar algo más sobre su origen misterioso: ahora los judíos concentran su odio en una acusación directamente política: «El que se hace rey va contra el César» (19,12). Por último (19,13-16), Pilato señala a Jesús y dice: «Aquí está vuestro Rey» (19,14). La solemnidad del momento viene destacada por la indicación del lugar —el Litóstrotos—, del día —la Parasceve— y de la hora —hacia las doce del mediodía—. Los representantes de los judíos rechazan abiertamente a quien es el verdadero Rey anunciado por los profetas.
«Pretorio» (18,28.33; 19,9). Aquí debe entenderse como la residencia oficial del procurador o prefecto en Jerusalén. La residencia habitual de Pilato estaba en Cesarea Marítima, pero en las grandes solemnidades solía trasladarse a Jerusalén con un fuerte contingente de tropas para poder intervenir con eficacia si se producía algún motín. En Jerusalén, en los años de Cristo y siguientes, el procurador se alojaba en el Palacio de Herodes (en la parte occidental de la ciudad alta). Sin embargo, no se sabe con certeza si el «pretorio» que menciona San Juan hay que identificarlo con este palacio o con otro lugar de la ciudad.