COMENTARIO
Pilato reconoce la inocencia de Jesús. Éste no era un revolucionario político, como querían presentarle sus acusadores. Ya que el procurador no quería juzgar sobre asuntos religiosos (vv. 6-7; 18,31), las autoridades judías insisten en llevar la acusación al terreno político, aunque para ello deban traicionar su conciencia reconociendo al César como su verdadero rey (v. 15). Al oír Pilato que los judíos acusan a Jesús de haberse proclamado Hijo de Dios, aumenta su temor (v. 8). Las palabras de Pilato: «¿De dónde eres tú?» (v. 9), significan propiamente: «¿Quién eres tú?», de forma que pregunta a Jesús por el misterio de su Persona. Pero Jesús no le dio respuesta: «Aunque otras muchas veces Jesús respondió a quienes le interrogaban, las veces que, como en este caso, no quiso responder fue a causa de aquella semejanza con el cordero —como cordero ante sus trasquiladores… no abrió boca (Is 53,7)—, de tal forma que en su silencio no se tuviera como reo, sino como inocente» (S. Beda, In Ioannis Evangelium expositio, ad loc.).
La majestad de Cristo queda de nuevo subrayada por la respuesta de Jesús a Pilato sobre el origen divino de la autoridad (vv. 8-11). La enseñanza de Jesús lleva consigo que, consideradas las cosas en su verdad profunda, cuando en el lenguaje corriente (jurídico, político o social) se habla de la soberanía del rey o del pueblo, estos poderes no se pueden tomar como términos absolutos, sino relativos, subordinados a la soberanía absoluta de Dios: de ahí que ninguna ley humana pueda ser justa, y por tanto obligar en conciencia, si no está de acuerdo con la ley divina.
A pesar de que Pilato quiere liberar a Jesús (v. 12), el chantaje que urden las autoridades judías puede más que los sentimientos del procurador y éste transige con la condena. Es una tremenda llamada a no ceder en lo que no se puede ceder por el deseo de evitarse posibles dificultades.
«Litóstrotos» (v. 13). Literalmente significa «empedrado», «enlosado»; debía de ser, pues, una plaza o patio pavimentado con losas. El vocablo hebreo Gabbatá no es el equivalente exacto del griego Lithóstrotos, sino que significa «sitio elevado». Pero en la práctica designaba el mismo lugar. La localización de este «Litóstrotos» es incierta, por la duda, ya apuntada, acerca de dónde estaba el pretorio: (cfr nota a 18,28-19,26). Se llamaba «Parasceve» (v. 14) al día anterior al sábado y también al de la preparación de la Pascua. La hora sexta comienza al mediodía. Hacia esa hora se retiraba de las casas todo pan fermentado, se sustituía por el pan ácimo que se empleaba ya en la cena pascual (cfr Ex 12,15ss.) y se sacrificaba oficialmente en el Templo el cordero. San Juan hace notar que a esa hora condenaron a Jesús, y subraya así la coincidencia de la condena a muerte del Señor con el momento en que se inmolaba el cordero pascual (cfr 1,29). Esto hace suponer que Jesús y sus discípulos, siguiendo quizá un calendario que compartían algunos judíos, habían celebrado la cena de la Pascua, y por tanto la fiesta, un día antes de lo establecido por las autoridades judías de su tiempo. Los sinópticos, en cambio, pasan por alto ese detalle.