COMENTARIO

 Jn 21,24-25 

Se apela al testimonio del discípulo al «que Jesús amaba» (21,20) como garantía de la veracidad de cuanto se ha escrito desde el comienzo del libro (v. 24). Lo que San Juan nos ha narrado bajo la inspiración del Espíritu Santo tiene una finalidad: fortalecer nuestra fe en Jesucristo mediante la consideración de lo que Él hizo y enseñó. Nunca agotaremos el rico e insondable contenido de la figura de Nuestro Señor, como tampoco lo agota el cuarto evangelio. «Cuando comienza uno a interesarse por Jesucristo ya no le puede dejar. Siempre queda algo que saber, algo que decir; queda lo más importante. San Juan Evangelista termina su Evangelio precisamente así (Jn 21,25). Es tan grande la riqueza de las cosas que se refieren a Cristo, tanta la profundidad que hemos de explorar y tratar de comprender (…), tanta la luz, la fuerza, la alegría, el anhelo que de Él brotan, tan reales son la experiencia y la vida que de Él nos viene, que parece inconveniente, anticientífico, irreverente, dar por terminada la reflexión que su venida al mundo, su presencia en la historia, en la cultura, y en la hipótesis, por no decir la realidad de su relación vital con nuestra propia conciencia, exigen honestamente de nosotros» (Pablo VI, Audiencia general, 20-II-1974).

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