COMENTARIO
No se conocen con detalle las circunstancias históricas de este suceso, y si responde al cumplimento de lo establecido en la Ley. De acuerdo con Ex 21,2; Dt 15,12-18, si alguien no podía pagar una deuda, podía cancelarla poniéndose al servicio de su acreedor durante seis años. Al séptimo debía quedar libre. Es posible que en este caso la decisión de dejar en libertad a los esclavos estuviera causada por la situación de asedio en que se encontraban, bien porque no podían mantenerlos, bien porque eran necesarios para el ejército. El caso es que, más tarde, durante la tregua a que dio lugar la momentánea retirada de las tropas babilonias (cfr 37,5), los que habían tenido esclavos se arrepintieron de ello y éstos tuvieron que volver a la esclavitud. Pero con esta acción (vv. 11.16) los antiguos dueños rompieron el solemne pacto que habían realizado ante Dios (vv. 15.18). No cumplieron el compromiso sellado con el paso entre la víctima partida en dos (v. 18), profanando el Nombre de Dios (vv. 15-16). Y así como esta acción significaba que también sería descuartizado quien lo incumpliera (cfr Gn 15,10; 1 S 11,7), así, por su infidelidad al compromiso, iba Dios a destruirles (vv. 19-22). Detrás de la importancia que se otorga aquí a ser fieles a los pactos subyace la necesidad vital de ser fieles a la Alianza. Supone al mismo tiempo una llamada a ser fiel a los compromisos adquiridos: «Corresponde a la fidelidad del hombre cumplir aquello que prometió» (Sto. Tomás de Aquino, Summa theologiae 2-2,101,a.3). Y San Agustín alabando esta virtud comenta: «¡Qué hermosa es la fidelidad! (…) Como brilla el oro ante los ojos del cuerpo, así brilla la fidelidad ante los ojos del corazón» (Sermones 9,16).