COMENTARIO
Contrasta la admiración del principio (v. 54) con el escándalo final (v. 57). Los vecinos de Nazaret no conocían el misterio de Jesús; tal vez la familiaridad que habían tenido con Él les dificultaba reconocer el carácter sobrenatural de su misión. Y si la fe es capaz de obrar milagros (cfr 8,5-13 y nota), la incredulidad los impide, porque «como para las curaciones se necesitan ambos elementos, a saber, la fe de los que eran curados y la fuerza del que los curaba, no podía darse uno de ellos faltando el otro» (S. Gregorio Nacianceno, De theologia 30,10).
«Hijo del artesano» (v. 55). Es el único lugar del evangelio donde aparece la profesión de San José; en Mc 6,3, «artesano» se aplica al mismo Jesús. Los evangelios son unánimes al designar la profesión de Jesús en su vida oculta. En la consideración social, este trabajo no se catalogaba ni entre los más humillantes —jornaleros, pobres de la tierra—, ni, obviamente, se asociaba a los terratenientes o poderosos; sería semejante a la posición de algunos Apóstoles: funcionarios, pescadores, dueños de un pequeño negocio, etc. La vida de trabajo de Jesús es también revelación para nosotros (cfr nota a Mc 6,1-6), como ya lo hicieron notar los primeros escritores cristianos: «Se le tenía por hijo de José el carpintero (…) y fue considerado Él mismo como un carpintero, y es así como fabricó obras de este oficio —arados y yugos— mientras estaba entre los hombres, enseñando con ellas los símbolos de la justicia y lo que es una vida de trabajo» (S. Justino, Dialogus cum Tryphone 88,7).
Sobre la expresión «hermanos de Jesús», véanse notas a 12,46-50 y Mc 6,1-6.