COMENTARIO

 Mt 22,1-14 

Esta parábola, muy semejante a otra que recoge San Lucas (cfr Lc 14,15-24 y nota), completa el significado de las dos que le preceden. Israel —representado por los primeros invitados— no sólo ha rechazado el banquete de Dios, su llamada a la salvación, sino que ha maltratado y matado a los siervos que le ha enviado su Señor. Por eso su destino es fatídico (v. 7). El rechazo de Israel lleva consigo una nueva iniciativa de Dios, que ahora llama a todos los hombres a la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios. No obstante, como en las parábolas de la cizaña y de la red barredera (cfr 13,24-50), los que responden a la llamada son «malos y buenos» (v. 10), y no todos son dignos, porque no todos se han convertido, comprándose el traje de bodas. Este episodio es así una llamada de alerta a quienes ya formamos la Iglesia: el fracaso de Israel (v. 7) señala el nuestro si no nos mostramos dignos de la elección (v. 13). «¿Qué debemos entender por el vestido de boda sino la caridad? De modo que entra a las bodas, pero no entra con vestido nupcial, quien, entrando en la Iglesia, tiene fe pero no tiene caridad» (S. Gregorio Magno, Homiliae in Evangelia 2,18,9).

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