COMENTARIO
El Discurso Escatológico de Jesús —quinto de los que recoge San Mateo— se encuentra en los tres evangelios sinópticos. El relato de Mateo es el más extenso de los tres; se completa, además, con las parábolas del cap. 25. El tema común en todo el discurso es la exhortación del Señor a la vigilancia y a la esperanza, pero también a dar el fruto de los talentos recibidos.
Con el Discurso Escatológico finaliza el ministerio público de Jesús y se introduce la historia de la pasión. Por el lugar que ocupa en los evangelios —antes de la pasión—, el Discurso Escatológico tiene tono de despedida, como el «Discurso del Adiós» de San Juan (13,1-17,26). Lo mismo que en algunos escritos apócrifos de la época —como La asunción de Moisés o El testamento de los doce patriarcas— el discurso de despedida adopta el lenguaje apocalíptico, es decir, se sirve de diversos símbolos e imágenes para describir lo que sucederá al final. Se profetizan dos acontecimientos distintos: la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo presente, con la venida gloriosa de Cristo. De esta manera el final de Jerusalén es figura o tipo del segundo acontecimiento, el fin del mundo.
Sobre este fondo común, cada uno de los evangelios sinópticos acentúa unos motivos frente a otros (cfr notas a Mc 13,1-37; Lc 21,5-36). Mateo presenta matices propios: la actitud de vigilancia necesaria a los cristianos se ha de manifestar en obras de servicio; especialmente atentos han de estar quienes tienen una responsabilidad con sus hermanos (vv. 45-51), ya que deben considerar que las tribulaciones a las que se verán sometidos los discípulos serán muy duras (vv. 9-12). Por otra parte, todos hemos de mantener una actitud de «tensa espera» pues el Señor vendrá de manera repentina, como un relámpago (v. 27), a la hora menos pensada (v. 50), sin que nos hayamos dado cuenta (vv. 36-41).