COMENTARIO
En estas dos controversias sobre el sábado Jesús manifiesta su autoridad y su poder divinos, y enseña el verdadero sentido del descanso sabático (cfr notas a Mt 12,1-8.9-14; Mc 2,23-28; 3,1-6). Su actitud contrasta con la ofuscación (v. 11) de escribas y fariseos: «¡Oh fariseo!, ves al que hace cosas prodigiosas y cura a los enfermos en virtud de un poder superior y tú proyectas su muerte por envidia» (S. Cirilo de Alejandría, en Catena aurea, ad loc.). El episodio es también enseñanza para nosotros, para que nuestra pequeñez no ponga nunca en duda la grandeza del Señor: «La mano seca se volvió sana, mientras que la aridez mental de los judíos permaneció igual. Porque al salir, como dice la lectura, deliberaban qué hacer con Jesús. ¿Deliberas tú también sobre lo que tienes que hacer? Adórale como Dios, da culto al autor de los milagros, adora al Hombre que está por encima de los hombres» (S. Atanasio, Homilia de semente 16).